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«La evolución del desarme nuclear: desde Pugwash hasta nuestros días» | Ponencia jóvenes del CIDIEP [1]

    Juan Podestá [2]

    Muy buenas tardes. Muchísimas gracias por su presencia en el día de hoy y por permitirnos compartir esta actividad para impulsar juntos el desarme nuclear. Esta presentación constituye una síntesis de un proyecto de investigación, de carácter exploratorio, sobre el rol de la comunidad internacional, especialmente la ciencia, en pos de la abolición nuclear, a partir de la perspectiva del filósofo y educador Daisaku Ikeda. Las preguntas que de alguna manera guían este trabajo son: ¿Cuál es el rol de la ciencia y la comunidad científica en la construcción de la paz? ¿Podemos hacer algo para frenar el avance y el desarrollo de las armas nucleares?

    A modo de contexto, y a fin de buscar la respuesta a estos interrogantes, les proponemos comenzar por el principio: En 1938, cuatro científicos alemanes, Hahn, Strassmann, Meitner y Frisch descubrieron la fisión nuclear del uranio, un hito estrictamente científico hasta ese momento. Fue a partir del conocido Proyecto Manhattan, y tras la primera reacción en cadena autosostenida en 1942, que se materializó la bomba atómica. El 16 de Julio de 1945 en Nuevo México (Estados Unidos) se realizó la primera prueba nuclear; a ello le siguieron los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, los cuales se cobraron la vida de más de 200.000 personas.

    ¿Cuál fue el rol de la comunidad científica frente a semejante atrocidad?

    Uno de los primeros hitos de la oposición al avance de las armas nucleares fue el Reloj del Fin del Mundo, promovido por el Bulletin of the Atomic Scientists (con origen en la Universidad de Chicago). El mismo, representa el tiempo que falta a una catástrofe global. Fue propuesto por el Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago en Estados Unidos. En 1955 se realizó el Manifiesto Rusell-Einstein, suscrito por el filósofo y matemático Bertrand Russell y el físico Albert Einstein, quien la firmó 16 de abril de ese año, dos días antes de morir. Allí se plantea la necesidad de abolir el armamento nuclear ya que, la sola existencia de estas armas podría significar el fin de la especie humana. Si nos permiten quisiéramos leer la frase con la que comienza: “No hablamos en esta ocasión como miembros de tal o cual nación, continente o credo, sino como seres humanos, miembros de la especie humana, cuya supervivencia ya está puesta en duda”. [3]

    Otro ejemplo de esta postura la podemos encontrar en la vida del físico nuclear Joseph Rotblat, quien abandonó el proyecto Manhattan, al descubrir que se estaban desarrollando armamentos nucleares. Esto le valió persecuciones y la acusación de ser espía. A pesar de todas las adversidades que tuvo que enfrentar, desde ese momento dedicó su vida a la abolición de las armas nucleares.

    El referido manifiesto Rusell-Einstein, fue la semilla para las Conferencias Pugwash, —la primera de ellas celebrada en Pugwash, Nueva Escocia (Canadá) en 1957—. Rotblat fue su primer secretario general. A partir de allí se impulsó una férrea campaña para instar a los gobiernos del mundo a no utilizar las armas nucleares durante la Guerra Fría y continuaron su trabajo para la construcción de la paz. Como expresa el Dr. Ikeda el mayor logro de las conferencias pugwash fue “dar una voz a los científicos de conciencia, despertar la opinión pública internacional y buscar seriamente estrategias efectivas para resolver la situación de las armas nucleares.” [4]

    Ese mismo año -1957- se celebraron dos hitos muy significativos: En Alemania dieciocho científicos nucleares se unieron para realizar el Manifiesto de Gotinga a fin de expresar que como científicos, eran “responsables de los efectos potenciales” que podía tener su trabajo y, en tal sentido, no podían permanecer “callados sobre la cuestión política”. Allí señalan: “Creemos que la mejor forma de promover la paz mundial y de autoprotegerse es prescindir voluntariamente de toda clase de armas nucleares”. Y en Japón, el 8 de septiembre, frente a más de 50.000 jóvenes, el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda (1900-1958) formuló una declaración clave de repudio a las armas nucleares, en la cual exigió su prohibición además de definirlas como un mal absoluto que amenazaba el derecho a la vida de todo el género humano. Como vemos, en el contexto mundial, comenzaron a sonar cada vez más voces, tanto de la sociedad civil, como de la comunidad científica que exigían la abolición nuclear.

    ¿A partir de estas y tantas otras iniciativas, cuál fue la respuesta de la comunidad internacional?

    Un primer hito fue el consenso conocido como el Acuerdo de Moscú, formalmente el Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares, de 1963, el cual prohíbe las pruebas de armas nucleares en la atmósfera, el espacio ultraterrestre y bajo el agua. 

    Por otro lado, en 1968 se abrió a firma el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), en vigor desde 1970. Este tratado, si bien reconoce la existencia de cinco Estados poseedores de armas nucleares, implica el compromiso mundial de no adquirir ni desarrollar nuevas armas. También establece la necesidad de certificar que la energía nuclear se utilice únicamente con fines pacíficos. Para eso se realizan Acuerdos de Salvaguardias con el OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) que verifica el cumplimiento de estas obligaciones.

    En el siguiente cuadro podemos ver la evolución cronológica en la búsqueda (se ve en color más transparente) y la efectiva concreción en la posesión de las armas nucleares. En primer lugar, están los cinco estados reconocidos por el Tratado de No Proliferación, y los que se sumaron con posterioridad.

    La historia de la no proliferación muestra avances y retrocesos. Entre los casos paradigmáticos figura Sudáfrica, que desmanteló su programa y renunció a las armas (1991), en el marco de la transición que culminaría con el fin del apartheid en 1994.

    Continuando algunas décadas más tarde, en 1995 se realizó la prórroga indefinida del TNP y fue ese mismo año que le confirieron a Jóseph Rotblat y a las Conferencias Pugwash el Premio Nobel de la Paz por su lucha incansable por un mundo sin armas nucleares.

    Ese mismo espíritu impulsó en 1996 el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), que proscribe todas las explosiones nucleares y dificulta nuevos diseños de armas. Al año siguiente se adoptó el Protocolo Adicional a las Salvaguardias del OIEA, que amplía sus facultades de verificación. En 2005, el OIEA y Mohamed El Baradei recibieron el Premio Nobel de la Paz “por sus esfuerzos por impedir que la energía nuclear se utilice con fines militares”.

    Un nuevo capítulo en el desarme se abrió a partir del ansiado Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), aprobado en 2017 y en vigor desde el 22 de enero de 2021, tras la 50.ª ratificación por parte de un Honduras. Los países que lo ratifican se comprometen a “nunca, bajo ninguna circunstancia, desarrollar, probar, producir, fabricar o adquirir, poseer o almacenar armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos”. [5] Allí, la ONU también destacó remarcó  el apoyo de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2017. La SGI es socia internacional de esta campaña y recolectó, con los jóvenes a la cabeza, más de trece millones de firmas a favor de la abolición nuclear.

    Gracias a estos esfuerzos mundiales, el Tratado de no Proliferación hoy suma 191 Estados parte (186 no poseedores + 5 poseedores). Respecto del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares cada año se siguen sumando Estados a ratificarlo y ya son más de 170. Aun así, no ha entrado en vigor ya que exige la firma y ratificación de los 44 Estados que ya poseen, o están en condiciones de fabricar las armas.

    Tal como vemos, la lucha en pos del desarme ha estado sembrada de dificultades, avances y retrocesos.

    Llegados a este punto, quisiéramos aportar la mirada del Dr. Daisaku Ikeda, un filósofo, educador y activista por la paz, que vivió en carne propia la crudeza de la segunda guerra mundial. Desde la perspectiva del humanismo budista ha realizado propuestas concretas a la comunidad internacional, y en especial a las Naciones Unidas, en torno a la paz y el desarme nuclear.

    La base común de la cual surgen las propuestas de Ikeda es el infinito potencial de cada persona en ser protagonista de la transformación. Explica: “…existe un poder y una capacidad ilimitada en cada uno de nosotros. De modo que un cambio en los niveles más profundos de la conciencia de un individuo y en su compromiso pueden hacer surgir un oleaje de transformaciones a su alrededor y en la sociedad, y finalmente, estimular un cambio en naciones e incluso en el mundo entero. El esfuerzo más crucial que realiza la SGI es el de contribuir a que surja ese potencial ilimitado del interior de cada persona y orientarlo hacia la búsqueda de la paz.” [6]

    A partir del análisis de las propuestas de paz presentadas por el Dr. Ikeda en los años 2000, 2019 y 2022, y la Propuesta para la Abolición Nuclear del 2009, quisiéramos destacar 3 ejes que forman parte de sus perspectivas para lograr el desarme:

    1. La solidaridad

    “La única manera de superar el problema de las armas nucleares, que constituyen fuerzas que instigan la división y la destrucción del mundo, será el esfuerzo solidario que realicen los ciudadanos comunes para inaugurar, con la energía impulsora de la esperanza, una nueva era en la historia de la humanidad.” [7] Así comienza su propuesta de paz del año 2009. Aunque parezca algo abstracto, Ikeda explica que resulta fundamental tomar conciencia de la profunda interconexión que tenemos tanto con el entorno natural como con todas y cada una de las personas que nos rodean. El cultivar esa naturaleza innata de la solidaridad, que incluso se encuentra plasmada en diversas normas internacionales de derechos humanos, nos puede permitir abordar de manera más llana problemas globales, tales como el desarme nuclear, o el cambio climático.

    2. Una visión compartida

    Esto se refiere por un lado al establecimiento de una visión común de una sociedad de paz libre de armas nucleares, y por otro a tener conciencia clara del potencial efecto de una guerra nuclear. En este sentido, destaca la necesidad de establecer esa visión común de una sociedad de respeto a la dignidad de la vida, hacia la eliminación del armamento nuclear; y es la trama de solidaridad sobre la que se puede construir este trabajo colaborativo.

    3. No ser el primero (No First Use) en usar armas nucleares

    En tercer lugar, impulsa la doctrina de “no ser el primero en usar” (No First Use) y la confianza mutua como regla de las negociaciones en pos de la abolición. En el diálogo que publicaron Ikeda y el Dr. Joseph Rotblat, se refirieron a la importancia de acuerdo ente todas las naciones «no ser el primero» en recurrir a estos armamentos, remarcando que este sería el progreso más importante hacia la abolición total de las armas nucleares.

    En relación a este punto, el Dr. Ikeda destaca la importancia de “la determinación inflexible de tomar la iniciativa, sin que influya la posibilidad de ser rechazado, y una actitud permanente de confianza mutua sostenida a ultranza, más allá del duro proceso de las negociaciones.” [8] La Cumbre de Ginebra (1985) es un ejemplo donde los líderes de Estados Unidos y la Unión Soviética se encontraron y pudieron trascender las diferencias. Este se consideró el comienzo de las negociaciones del desarme nuclear de la Guerra Fría y floreció unos años más tarde (1991) en el Tratado sobre la Reducción de las Armas Estratégicas (START) que limita y reduce las armas y ojivas nucleares en ambos países.

    Respecto a los Estados nucleares ha señalado también la importancia que tiene para el desarme el camino que adopten, afirmando que si “prometen públicamente su compromiso de lograr un mundo sin armas nucleares, su valeroso accionar se verá recompensado con la renovada confianza que le dispensará el mundo entero y eso, a su vez, propiciará un nuevo progreso hacia los objetivos de la no proliferación y el desarme.” [9]

    Otro aspecto que se destaca en el pensamiento del Dr. Ikeda es el rol de las Naciones Unidas. En este sentido, destaca que, a pesar de las críticas que pueden hacerse, es el único foro donde se encuentran representados todos los países del mundo. Por eso destacar su papel fundamental para ampliar las redes de diálogo e impulsar el acuerdo entre naciones.

    Respecto a las ONG destaca la campaña “Abolición 2000”, una red global de ONGs orientadas a lograr la abolición de las armas nucleares. A su vez, propone la formación de “un «Consejo Popular Mundial», que funcione como organismo de consulta de la Asamblea General”, con el objetivo de generar bienes públicos mundiales y asesorar sobre amenazas potenciales.

    En cuanto a la sociedad civil, en el 2009 propuso “una campaña para brindar a la gente, en los niveles individual, comunitario y nacional, la oportunidad de expresar su deseo de prohibir estas armas”. [10] Allí expresa la pretensión de que sirva de antecedente para consolidar hacia 2015 una norma internacional para su prohibición. Esto finalmente se concretaría en 2017 con el TPAN.

    Uno de los mayores éxitos de las iniciativas ciudadanas es el “Llamamiento a las Ciudades de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares” que promueve el apoyo de los municipios al TPAN. En Argentina adhirieron Bahía Blanca, Mar del Plata y Rosario.

    Por último, el Dr. Ikeda deposita la expectativa total en el potencial de los jóvenes. En su propuesta de Paz del año 2019 afirmó: “…la inspiración mutua entre los jóvenes encierra la clave para lograr el desarme.” [11]

    La evolución del armamento nuclear, incluso desde antes del bombardeo a Hiroshima y Nagasaki estuvo marcado por la resistencia, que inició en la comunidad científica para extenderse luego a los Estados, organizaciones y a toda la comunidad civil. Con avances y disputas en el camino, se fueron concretando significativos hitos en el desarme.

    El Dr. Ikeda, con su clara perspectiva humanista apunta al corazón del conflicto: “Si realmente deseamos dar por terminada la era del terror nuclear, debemos dedicar nuestros esfuerzos a combatir al verdadero “enemigo”. Nuestro auténtico adversario no son las armas nucleares per se, ni los estados que las poseen o desarrollan. Debemos hacer frente a las formas de pensamiento que las justifican, es decir, a la tendencia a negar fácilmente a los demás cuando se los considera elementos que amenazan o impiden la concreción de los objetivos propios.” [12] Y en la última Propuesta de Paz enviada a la ONU (2022), afirmó: “Nuestros esfuerzos se basan en la convicción de que el diálogo es, antes que ninguna otra cosa, lo que logra que un corazón se abra a otro. El proceso puede parecer lento, pero estamos convencidos de que ese es el camino más certero hacia la paz global”. [13]

    Cómo se pudo exponer en este trabajo, el esfuerzo del Dr. Ikeda es una muestra cabal de la forma en que las iniciativas desde diversos ámbitos de la comunidad, pueden tener un impacto positivo en la construcción de un mundo libre de armas nucleares. ¡Muchísimas gracias!

    Citas

    1 texto de la ponencia expuesta en el simposio “Para que nunca lo olvidemos”, conmemorando el 80° Aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, realizado en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA el 9 de agosto de 2025.
     Ingeniero Civil por la Universidad Tecnológica Nacional 
     Véase: https://pugwash.org/1955/07/09/statement-manifesto/
     4 Joseph Rotblat and Daisaku Ikeda, A quest for global peace. Rotblat and Ikeda on War, Ethics, and the Nuclear Threat, I.B.Tauris & Co Ltd, 2007.
     Véase: https://www.icanw.org/tpnw_full_text
     Ikeda, Daisaku. Por la solidaridad mundial en aras de la abolición nuclear. Soka Gakkai Internacional, 2009.
     Ikeda, Daisaku. Por la solidaridad mundial en aras de la abolición nuclear. Soka Gakkai Internacional, 2009.
    Ib.
    9 Ib.
    10 Ib.
    11  Ikeda, Daisaku. Hacia una nueva era de paz y de desarme: Un enfoque centrado en las personas. Propuesta de Paz. Soka Gakkai Internacional, 2019.
    12  Ikeda, Daisaku. Por la solidaridad mundial en aras de la abolición nuclear. Soka Gakkai Internacional, 2009.
    13  Ikeda, Daisaku. Transformar la historia humana: Un haz de luz hacia la paz y la dignidad. Propuesta de Paz. Soka Gakkai Internacional, 2022.
     

    Bibliografía

    • Ayape, Carlos S. y Sotelo Fuentes, Maria F., La bomba atómica después de Hiroshima y Nagasaki. El difícil camino hacia el control de la energía nuclear. En-claves del pensamiento, 2020. (https://doi.org/10.46530/ecdp.v0i28.372)
    • Bleek, Philipp C. “When Did (and Didn’t) States Proliferate? Chronicling the Spread of Nuclear Weapons,” Discussion Paper (Cambridge, MA: Project on Managing the Atom, Belfer Center for Science and International Affairs, Harvard Kennedy School and the James Martin Center for Nonproliferation Studies, Middlebury Institute of International Studies, Monterey, CA.), 2017.
    • Graham, Thomas Jr, Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. United Nations Audiovisual Library of International Law, 2009.
    • Ikeda, Daisaku. Por la solidaridad mundial en aras de la abolición nuclear. Soka Gakkai Internacional, 2009.
    • Ikeda, Daisaku. Hacia una nueva era de paz y de desarme: Un enfoque centrado en las personas. Propuesta de Paz. Soka Gakkai Internacional, 2019.
    • Ikeda, Daisaku. Transformar la historia humana: Un haz de luz hacia la paz y la dignidad. Propuesta de Paz. Soka Gakkai Internacional, 2022.
    • Rotblat, Joseph and Ikeda, Daisaku. A quest for global peace. Rotblat and Ikeda on War, Ethics, and the Nuclear Threat, I.B.Tauris & Co Ltd, 2007.
    • Shultz, George P., William J. Perry, Henry A. Kissinger y Sam Nunn: “A World Free of Nuclear Weapons [Un mundo libre de armas nucleares]”, The Wall Street Journal, 4 de enero de 2007.